Como padres de un lanzador estrella en un equipo de beisbol infantil, la familia Ibarra pasan muchos fines de semana en hoteles en ciudades desconocidas en México, Estados Unidos y hasta en Suramérica. A menudo, toman sus comidas entre juegos, en bares locales y restaurantes. Con sus diversos gastos, como las cuotas de inscripción a torneos, aviones, taxis y gasolina, su estilo de vida no es barato, pero las cosas cuestan lo que cuestan, ¿cierto?

La inflación ha sido un tema constante en los últimos años, y todos en el mundo de las ventas lo hemos notado. He llegado a sentir que los restaurantes y hoteles se están desquitando de la baja que tuvieron durante la pandemia. Desde el costo de la materia prima hasta los servicios, los precios parecen no parar de subir. Pero a pesar de esto, muchas empresas siguen comprando, y los proveedores siguen vendiendo. Entonces, la gran pregunta es: ¿Hasta cuándo seguirán aceptando estos incrementos?

Veamos el panorama actual. Los precios de varios productos y servicios en el mundo han subido drásticamente en los últimos años, y en México no es la excepción. Las empresas siguen necesitando soluciones y productos para operar, y muchas veces no hay más opción que absorber estos aumentos. Sin embargo, la preocupación radica en que, si seguimos subiendo los precios sin ofrecer un valor adicional, podríamos encontrarnos en una situación complicada.

Como vendedores, es esencial encontrar un equilibrio. Si bien es cierto que nuestros costos también han subido, no podemos simplemente trasladar ese incremento a nuestros clientes sin más. La clave está en ofrecer más valor. ¿Cómo podemos justificar un aumento en el precio? A través de un servicio al cliente excepcional, productos que realmente resuelvan los problemas de nuestros clientes y soluciones personalizadas que vayan más allá de lo que la competencia puede ofrecer.